Desde luego que sí. La verdad no está sujeta a votación. Quienes creen lo contrario incurren en un falacia llamada argumentum ad populum, la cual afirma que lo numéricamente mayor es mejor que lo numéricamente menor, lo cual es una absoluta estupidez. Durante siglos la mayoría pensaba que la Tierra era plana, y no porque la idea estuviera respalda por la mayoría, representaba la verdad. La mayoría de los antiguos griegos creían en los dioses del Olimpo, igual que los egipcios creían en Isis, Osiris o Ra. Durante más de diez siglos, entre el siglo II a.e, y el XII, el budismo fue la religión más nutrida a escala mundial. ¿Quiere decir esto que entre los siglos II a.e, y XII d.e el mito budista de la reencarnación era un hecho, y a partir del siglo XVI dejamos de reencarnarnos y empezamos a instalarnos en el cielo después de nuestra muerte?
Hay que entender que la dimensión numérica de cualquier religión se debe atribuir a los azares históricos de la civilización de la que forma parte. Si el cristianismo aglutina hoy cerca de 2.000 millones de fieles es debido, puntualmente, a dos causas. La primera es la decisión del emperador Justiniano I de convertir el cristianismo en la religión oficial del mundo romano, imperio que en aquel entonces abarcaba toda Europa, parte de Asia y el ámbito mediterráneo, pasando de ser una religión minoritaria, a poder emplear los mecanismos del poder romano para evangelizar toda su área de dominio. La segunda causa nace tras la caída del Imperio romano, durante la época de mayor presencia religiosa en Europa, cuando se aborda un periodo de expansión colonial que se inicia con españoles y portugueses en el Caribe y el sur de América y por ingleses y franceses en el norte del mismo continente, pero también en África y Oceanía, en un proceso de desculturización y transformación religiosa. Los europeos destruyeron las civilizaciones dominantes de América y sus religiones murieron con ellas. Es evidente que si la historia hubiese acontecido de forma opuesta los dioses incas, mayas o aztecas habrían suplantado al dios cristiano en España y allá donde su civilización les hubiese llevado. Alá sustituyó a los dioses egipcios durante las conquistas islámicas que más tarde llegarían a España, y lo mismo ocurrió cuando los colonos ingleses de Norteamérica pasaron por encima de los verdaderos americanos mutilando sus cultos.
La difusión de una religión determinada depende siempre de los logros culturales, políticos y militares de la civilización de la que forma parte, y esa es la explicación por la cual hoy día han desaparecido religiones en su día importantes numéricamente hablando como la griega, la egipcia o la maya. Estas religiones han sido, simple y llanamente, reemplazadas por religiones pertenecientes a poderosas civilizaciones emergentes. Otra razón de crecimiento religioso lo hallamos en el hinduismo, que ya aglutina cerca de 1.200 millones de fieles, y sigue creciendo debido únicamente a su actual auge demográfico.
Resulta paradójico que sea precisamente en África y América donde hoy día se aglutine el núcleo cristiano más devoto y numeroso, y no en Europa, continente desde el que se exportó la fe que ahora latinoamericanos y africanos profesan. Paradójico resulta también el caso de Oriente Próximo, concretamente el de Belén (Cisjordania), una de las supuestas patrias de Jesús, donde los musulmanes representan el 90% de la población, por sólo un 10% de cristianos. Incluso en Sudamérica, de mayoría católica, hallamos particularidades como la de Surinam, donde el 27% de la población practica el hinduismo (por un 25% de protestantes y un 23% de católicos), a consecuencia de la llegada masiva de hindúes durante el periodo en que Gran Bretaña controlaba parte del país.
Siguiendo una línea parecida, también los hay que conceden visos de realidad a una creencia determinada en función, ya no de su dimensión numérica, sino de su perdurabilidad en el tiempo. Así, hay quien afirma que Jesús existió sólo porque dos mil años después todavía se le venera. Este razonamiento es igualmente endeble, pues existen o han existido religiones y creencias más duraderas en el tiempo. La religión sumeria duró cerca de cinco mil años, y la budista dura ya dos mil quinientos. También el hinduismo es anterior a Jesús, o la astrología.
Se debe ser muy cuidadoso a la hora de aceptar las creencias de una mayoría, pues se trata de creencias, muchas veces, aceptadas desde el pasado, repetidas constantemente a lo largo de los años, que acaban un día convirtiéndose en una verdad convencional. Son creencias que no necesitan abrirse paso con la razón, puesto que existe una línea de pensamiento establecido que habla y piensa por la mayoría. La mayoría religiosa, además, tiende a absorber a los inseguros, ya que estos, al observar el deseo de la mayoría, tienden a ir en la misma dirección.